Federico nació en Mendoza, en 1980. Desde el taller de su padre Cayetano, descubrió la nobleza de la madera para crear sus propias obras. Su familia y su paso por la escuela provincial de Bellas Artes fueron el impulso para aprender otras técnicas, como el dibujo, la pintura, el grabado y la escultura, y llegar así a tallar grandes figuras en madera.
Desde 1995 también se nutre de otros aspectos artísticos, como la música. Es integrante de la banda de rock “Vitro” y la banda de batucada “Tierra Seca”. Además, practica técnicas circenses, jardinería y cultivo, aspectos que le amplían los horizontes de sus percepciones para volcarlos a sus creaciones.
Para Arcidiacono no hay madera imposible de ser intervenida. Además de la talla, accede a otros materiales reciclados y restaura muebles, para crear sus figuras. Sus obras se encuentran en colecciones privadas y espacios públicos, como “El Jardinero” ubicada en la plaza Independencia.
Desde 2009 y por iniciativa suya, se desarrolla el Encuentro provincial de escultores de madera, denominado El Álamo, en el que reúne a talladores de Mendoza en áreas urbanas, recuperan la madera de árboles caídos y los convierten en esculturas.
En su extenso taller hay cientos de piezas, esculturas y muebles de distintas épocas. Intercala trabajos que realiza en este espacio, con las tallas que desarrolla en otros lugares geográficos.
Palabras del protagonista
Federico describe en primera persona: “Desde hace tres años, aproximadamente, empecé a sentir que lo que hacía me apasionaba y por supuesto aún me apasiona, pero ahora lo que me moviliza es investigar más certeramente sobre nuestro pasado provincial: los inmigrantes, las costumbres, la historia, la arquitectura, las plazas, los parques, las reservas naturales, el arbolado público, el paisajismo; todo esto para conocer mejor nuestra forma de ser, nuestros gustos y tendencias estéticas, para aplicarlo en el desarrollo de proyectos y en la política cultural municipal y provincial. Siento entonces la satisfacción de que la escultura tallada en troncos recuperados del arbolado público, se transforma en una instalación, en arte relacional; un arte para ser habitado, para tener una experiencia estética, sensorial y espacial en relación al contexto, poniendo en valor, además, a nuestro patrimonio mendocino”.